jueves, 3 de junio de 2010

La muerte de Trinity


Neo: Es increíble, Trinity. Todo es luz. Como si toda la materia fuera luz. Ojalá pudieras verlo.

Trinity: Me has enseñado muchísimo.

Neo: ¿Por qué dices eso?, ¿Qué pasa?

Trinity: Ya no puedo acompañarte. He llegado hasta donde he podido.

Neo: ¿Qué? Oh, no. Oh, no, no, no.

Trinity: No importa. Era mi hora. He hecho cuanto he podido. Tú tienes que hacer el resto. Tienes que terminarlo. Tienes que salvar Zion.

Neo: No puedo. No sin tu ayuda.

Trinity: Sí que puedes. Y lo harás. Creo en tí, siempre he creído.

Neo: Trinity... Trinity... No te mueras. No puedes. No puedes morir.

Trinity: Sí, claro que sí. Ya me salvaste una vez. Ahora no es posible. Neo, ¿recuerdas... en aquél tejado cuando me cogiste? ¿Qué fue lo último que te dije?

Neo: Dijiste perdóname.

Trinity: No debí decirlo. Eso fue lo último que pensé. Quise tener otra oportunidad, para decirte algo importante. Decirte lo mucho que te amaba. Y darte las gracias por cada momento que viví a tu lado. Pero cuando supe lo que quería decirte, ya era demasiado tarde. Me devolviste a la vida. Y me concediste el deseo. La oportunidad de decir lo que realmente quería decirte. Bésame. Otra vez. Bésame.

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